sábado, 13 de octubre de 2007

Zinedine Zidane

Su llegada al club más laureado del mundo se produjo en verano de 2001. “Quería ganar la Copa de Europa, y la quería ganar con el Real Madrid”, dijo en su presentación. Y no se equivocó, puesto que un año después, el mismo Zidane conseguía el gol definitivo que daba la Copa de Europa al Real Madrid frente al Bayer Leverkusen en Glasgow. El público del Bernabéu ha podido disfrutar desde entonces de su exquisitez y de una elegancia inusual para un jugador de fútbol. Sus regates estratosféricos, goles de gran belleza y carácter ganador han hecho del francés un auténtico icono del fútbol mundial.
El 23 de junio de 1972 fue un gran año para el fútbol francés, y mundial. Nació Zinedine Zidane. Hijo de una familia de la Kabila argelina y el más pequeño de cuatro hermanos, el balón fue la almohada en la que interpretó sus primeros sueños. Caprichoso y de carácter tímido en la infancia, Zizou (el apodo se lo puso Christophe Dugarry) tenía, entonces, como profesión la de descascarillar, a pelotazos, las paredes de las casas de La Castellane, el humilde barrio de Marsella donde vio la luz.
Zidane se convirtió en el traspaso más caro del fútbol mundial. Florentino Pérez confirmó durante su presentación que el coste de su fichaje procedente de la Juventus alcanzó los 12.500 millones de pesetas, superando los 10.000 pagados apenas un año antes por Luis Figo. El tiempo se encargaría de demostrar que pocas veces una inversión tan elevada se justificaba, partido tras partido, de una forma tan brillante, plástica y elegante como práctica y efectiva sobre un campo de fútbol.
Y eso que los primeros meses de Zizou en el Madrid no fueron sencillos. Pronto, el 23 de agosto, llegó su primer título, la Supercopa de España conquistada ante el Zaragoza. Pero al francés le llevó un tiempo adaptarse a un nuevo fútbol, acostumbrado a la rigidez táctica del Calcio. Aunque el equipo no pudo contar con él en el arranque de la Champions por una sanción que arrastraba de su estancia en la Juve y la puesta en escena liguera del equipo no fue brillante, Zidane fue, poco a poco, conquistando el corazón del Bernabéu. No faltaron, incluso, algunas críticas, pero el "vamos, maestro" con el que Di Stéfano soñaba volver a verse sí mismo sobre la verde pradera de Chamartín pronto se extendió de forma unánime entre la grada y los medios de comunicación. En cuestión de tres meses, Zidane ya era indiscutible en el Real Madrid.
Héroe de la Novena En aquella temporada 2001/02, el Real Madrid cumplía 100 años. El equipo pronto enderezó el rumbo en Liga, arrancó -pese a la baja de Zizou- con su habitual firmeza en la Champions y centró buena parte de sus esfuerzos en la Copa del Rey, cuya final se disputaría el 6 de marzo, día del Centenario del Real Madrid, en el Bernabéu. La derrota ante el Deportivo fue el primer gran disgusto de Zidane como madridista. Precisamente ante el Depor, el equipo ante el que Zidane dejó el primer gran destello de su talento en la noche de Reyes de 2002, haciendo un gol de esos que los abuelos suelen contar a sus nietos después de muchas décadas.
Pero Zidane y sus compañeros no tardarían mucho en resarcirse del palo copero. La Novena se acercaba a pasos agigantados. El Madrid fue dejando a distintos rivales en la cuneta hasta plantarse en las semifinales, con un plato fuerte: el Barcelona. En la ida, en el Camp Nou, Zizou abrió el camino de la victoria con una vaselina inolvidable, Macca sentenció el 0-2 y la vuelta en Madrid fue un trámite. Año par, decíamos, y el Madrid, de nuevo, otra vez en la final de la Champions.
A esas alturas, nadie dudaba ya de Zidane. Pero la final de Glasgow, ante el Bayer Leverkusen, el 15 de mayo (día de San Isidro, patrón de Madrid) de 2002, grabó a fuego su nombre en el libro de oro del Real Madrid. Quizá no estuvo inmenso, seguramente no capitalizó el juego, a lo mejor no fue el protagonista absoluto de los 90 minutos. Le bastaron unos segundos, apenas dos o tres, para convertirse en un nuevo mito del madridismo. Los que tardó en enfocar en su cerebro privilegiado el "pase" de Roberto Carlos al pico izquierdo del área alemana para, apoyado sólo sobre la punta del pie derecho, como una bailarina, empalar con la zurda a la escuadra del arco rival. Pocas veces un gesto técnico tan perfecto sirvió para definir un título tan importante. Lógico: pocos futbolistas pueden hacer semejante truco de magia sobre un campo de fútbol. Y Zidane pertenece a la casta de los elegidos.
Aquel gol, el de la Novena, encumbró a Zidane a los altares del madridismo. Y, aunque la Liga se fue a Valencia, sirvió para abrir la puerta de un histórico triplete internacional. Zidane dirigio la orquesta blanca que conquistó con solvencia la primera Supercopa de Europa en el palmarés del Club, en Mónaco ante el Feyenoord (3-1), el 30 de agosto. Y el 3 de diciembre, en Yokohama (Japón), llegaba la tercera Copa Intercontinental ante el Olimpia de Asunción (2-0). Un triple hito difícil de repetir y que dio el máximo brillo posible a 2002, el año del Centenario
Zidane finalizaba su primer año en el Real Madrid siendo alabado por todo el mundo del fútbol como el mejor. Luego cumpliría tres campañas más en el equipo blanco, en los que siguió aumentado su palmarés, tanto a nivel individual como de equipo. Una Liga (2003), una Supercopa de Europa y Mejor Jugador de la FIFA (2003). El 16 de mayo del 2006 Zidane se despedía con la camiseta madridista después de cuatro años en el Club en los que dejó su sello como excelente jugador y magnífica persona.
PALMARÉS
3 Ligas: 1996-97 / 1997-98 / 2002-03
3 Supercopas: 1997 / 2001 / 2003
1 Copa de Europa: 2001-02
2 Supercopas de Europa: 1996 / 2002
2 Intercontinental: 1996 / 2002
1 Eurocopa: 2000
1 Mundial: 1998
1 Balón de Oro: 1998
1 Balón de Plata: 2000
1 Balón de Bronce: 1997
3 FIFA World Player: 1998 / 2000 / 2003
2 FIFA World Player Bronce: 1997 / 2002
3 Onze de Oro: 1998 / 2000 / 2001

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