miércoles, 12 de diciembre de 2007

3-1: El Real Madrid sella su pase a octavos de la Champions

No era un partido cualquiera, era la primera final. Por ello no falló el mejor ambiente de Champions en un Santiago Bernabéu dispuesto a cerrar la fase de clasificación de la máxima competición europea con un pase directo a octavos como primeros del Grupo C. Y aunque el feudo madridista se ha convertido en el mejor seguro de vida para el equipo de Schuster, estos partidos hay que jugarlos y… ganarlos. Pero sin virulentas sorpresas los madridistas saltaron al verde con esa filosofía bernabesca basada en un juego ofensivo con rotundidad defensiva, que hace que los blancos no conozcan la derrota en su feudo desde el pasado 4 de febrero, sumando dieciséis victorias, diez esta presente temporada –siete en Liga y tres en Champions-. Más datos positivos a reseñar: el Real Madrid sólo ha perdido un partido en su estadio en esta competición de los últimos veintiséis encuentros celebrados, y no cae ante un equipo italiano desde la temporada 02/03. ¡Qué siga la racha…! En frente esta noche un siempre imprevisible equipo transalpino, el Lazio, que arrancó su partido con seriedad y en busca de la machada. Pandev pudo, en los primeros compases del partido, adelantar a los italianos, pero fue sólo un espejismo porque pronto los madridistas provocaron el delirio de las grandes noches de Champions. Y qué mejor manera de hacerlo, y evitar así sustos posteriores, que con grandes goles. Y el que se está afiliando a perforar la portería contraria es Julio Baptista. El brasileño se ha ganado la titularidad y junto a los mismos compañeros que vencieron en San Mamés (a excepción de la entrada de Marcelo por Miguel Torres en el lateral zurdo) el “19” madridista volvió a demostrar la garra de la Bestia. Robinho es quien asiste, y Baptista, desde fuera de la frontal (min.13), amaga un primer lanzamiento para después armar un potente disparo con su pierna derecha que, como un cañonazo envenenado y pegado al palo, se cuela por bajo por la izquierda de la portería defendida por el veterano Ballota. Pero al cancerbero de 43 años le tocaría recoger más veces el esférico de dentro de sus dependencias, porque los blancos querían hacer de esta noche una fiesta de grandes tantos. Dos minutos más tarde de nuevo se cantaría gol en el Bernabéu. En los primeros compases del partido Raúl mandaba al palo un testarazo y, si Baptista es un ejemplo de garra y fuerza, el “7” madridista es un modelo de trabajo y constancia. Así, Raúl se resarcía marcando su gol 59 en esta competición y undécimo tanto esta bendita temporada para el capitán. Saque de esquina en corto de Sneijder a Robinho que la pone al segundo palo donde, de cabeza al ángulo contrario del portero italiano, Raúl anota sin piedad. Un día más, el Bernabéu coreó el nombre del gran capitán. Y es que, aunque tras el gol el ritmo se aminoró, el equipo blanco siempre mantuvo una línea de trabajo basada en la seriedad en defensa y el control en ataque, que no podía dejar más que recompensas en esta noche. Y no hay mejor presente para el público del Bernabéu que ver a su equipo marcar goles. A la fiesta se sumaba ahora Robinho (min.35). El brasileño en la frontal lee el desmarque entrelíneas de Ruud Van Nistelrooy. El holandés recorta al zaguero italiano para dejar el esférico en boca de gol de nuevo al “10” brasileño, que no falla. Tocaba volverse a chupar el dedo para celebrarlo. La exhibición blanca se adueñó del partido ya entrados en la segunda mitad; los italianos, aunque con buenas intenciones, se fueron encomendando al paso de los minutos, mientras la superioridad madridista se traducía en continuos contragolpes y oportunidades para todos los efectivos blancos… Robben, Guti, Ramos, todos se querían sumarse a la fiesta. Pero en la segunda mitad, no se pudo cantar un nuevo gol. Aunque si lo hacían los aficionados italianos desplazados a la capital de España. A diez minutos del final el Lazio lograba el gol del honor en las botas de Pandev, tras una buena jugada de Rocchi que asiste al ariete visitante por encima del cancerbero local. Pero hay un hombre que siempre se suma a la fiesta, y si no puede hacerlo con goles lo hace con grandes paradas. Cumplido el tiempo de partido, el colegiado interpretaba penalti de Pepe por mano dentro del área. Rocchi toma la responsabilidad, la cual se multiplica si delante tienes al mejor portero del mundo. E Iker lo es, porque no falla ni cuando todo está ya decidido. Casillas paró el penalti y una última oportunidad de Baronio para que, lejos de maquillarse el resultado, el Real Madrid haya certificado su pase a octavos por la puerta grande. Era una mera anécdota, más importante para las tradicionales porras que para el propio devenir de la clasificación; los blancos ya podían presumir de ser líderes de la Liga y de su grupo de Champions. Primera prueba superada. Toca seguir por este camino porque la Décima espera.

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